El ocio es la madre de todos los vicios. Pero es una madre y hay que respetarla", decía Ernesto Esteban Etchenique, un aforista que salió de la imaginación del escritor y humorista rosarino Roberto Fontanarrosa.
El aforismo podrá aplicarse a muchos contextos, pero definitivamente no al Japón del último año, que protagoniza la segunda mayor expansión económica desde la Segunda Guerra Mundial. Desde 2012, la población económicamente activa del país asiático bajó en 4,7 millones de personas, por el avance de la edad promedio de la población en el territorio más envejecido del mundo. Sin embargo, contra todos los pronósticos de los economistas y desafiando su propio destino, en ese lapso el país incorporó 4,4 millones de personas al mercado laboral, tiene un desempleo en mínimos históricos y fue la economía de la OCDE que, en proporción, creó más puestos. Las mayor parte de los nuevos trabajadores tiene más de 50 años (para ellos, tanto el gobierno como las empresas están promoviendo cambios drásticos en sus políticas). También hay amplia presencia de mujeres e inmigrantes.
Durante años, los economistas hablaron de una "japonización" como sinónimo de estancamiento, en buena medida relacionado con la creciente proporción de ciudadanos adultos que debía solventar la población económicamente activa. Se trata, al día de hoy, del único país donde los mayores de 60 representan más de 30% de la población total. Pero para 2050 62 países ya habrán alcanzado esa proporción (incluida China), y en ese año se estima que será España el país más "viejo" del planeta, debido a la combinación de caída abrupta de tasa de natalidad y extensión del promedio de vida.
La expansión y la vitalidad de la economía japonesa son una muestra de que el vector demográfico, que según la tecnóloga australiana Kate Crawford es el huracán de cambio más predecible (los otros tres son el tecnológico, el de efectos climáticos y el de los populismos conservadores a nivel político), en realidad no lo es tanto, y que el manual de la "transición demográfica" de los economistas se reescribe día a día.
En un mundo en el que en 2030 (no falta tanto) los primeros millennials cumplirán 50 años, la economía -tanto a nivel macro como en la esfera empresaria- se replantea su relación con los mayores de 50. Para muchos, la "japonización" de la economía global no será necesariamente una carga, sino que la ven como oportunidad y están dejando de asociarla 100% a valores negativos, como venía ocurriendo hasta hace poco. Para el extitular de la Reserva Federal de los Estados Unidos Ben Bernanke, "no hay un factor tan disruptivo para las próximas décadas en la economía global en su conjunto como el envejecimiento de la población".
Su colega el economista Tyler Cowen afirma que, aunque los titulares de los medios le dan mayor protagonismo al advenimiento de los robots para reemplazar empleos humanos, desde el punto de vista económico resulta mucho más relevante discutir cómo integrar mejor a los mayores de 50 al mercado laboral del futuro, con sus amenazas y oportunidades, en un contexto en el que la medicina ya está logrando que una proporción cada vez más grande de la población pase más décadas en situación de plenitud física y cognitiva, y muchos trabajadores de más de 60 están en su mejor momento de la carrera laboral.
Solo un dato ayuda a dimensionar la entidad del fenómeno: en términos absolutos, la "economía de la longevidad" hoy es más grande que cualquier PBI del mundo, con excepción de los de EE.UU. y China.
Una ventana de una década
Desafíos y oportunidades macroeconómicas (por la transición demográfica) se titula una reciente investigación del economista argentino José Fanelli, tal vez el académico de esta disciplina que más viene estudiando el tema para la Argentina y América Latina.
Según destaca Fanelli, el país disfruta de lo que se conoce como "ventana de oportunidad demográfica" (VOD), con una población relativamente joven y en su máximo de proporción de oferta laboral sub-50. La ventana se cerrará en 2030, junto con el advenimiento de los primeros millennials cincuentones.
Para el economista, hace rato ya que el país goza de un doble "bono demográfico", por la pirámide poblacional propia y porque las naciones más pobladas del mundo demandan lo que la Argentina más produce (alimentos). Ante este dato, el no crecimiento de la economía local desde 2011 luce más alarmante aún. Hay 11 años, dice Fanelli, "para hacernos ricos antes de llegar a la edad adulta", como pudo hacer Japón. Por eso, la historia de la isla asiática no es directamente extrapolable a las economías de América Latina.
"El rol de las personas de entre 15 y 64 años deriva su importancia del hecho de que en nuestra sociedad las decisiones reproductivas, las de participar en el mercado de trabajo, las de actuar como empresarios, las de ahorrar y las de tomar o brindar financiamiento son tomadas por personas adultas en edad activa. Además, sus ingresos constituyen el grueso de la base tributaria, por lo que su conducta determina el espacio fiscal disponible. Por lo tanto, si la proporción de adultos varía es esperable que haya cambios en los mercados laboral y financiero, así como en el espacio fiscal", explica Fanelli.
Para el profesor de la UBA y de la Udesa, todas las políticas fiscales y macroeconómicas actuales deberían tener en cuenta estos factores intertemporales, dado que, con la transición demográfica, "el supuesto de que el futuro repetirá el presente no es bueno".
Pero esto raramente ocurre, porque los incentivos de política económica son de corto plazo, mientras que, como dicen los académicos de este campo, "los fenómenos demográficos son como ver crecer el pasto" (por lo lentos).
Los datos más recientes del "mapa senior" en la Argentina están en un trabajo que realizó la Dirección de Estadísticas Laborales del Ministerio de Producción y Trabajo, publicado meses atrás y titulado Jóvenes con mandato cumplido. Allí se da cuenta de que el 70% de los argentinos de entre 50 y 64 años trabaja (son 4,2 millones de personas), aunque la tasa de cuentapropismo es de 27%, considerada elevada si se la compara con la del 17% del segmento de personas de 15 a 49 años. El principal motivo: la discriminación por edad ("viejismo" o "edadismo") por parte de las empresas.
Cinco generaciones
El "combo X-M" es un término acuñado por Sergio Kaufman, presidente de Accenture, para aludir a un imperativo corporativo propio de esta transición demográfica: la necesidad de lograr buenos ensambles entre los trabajadores de la generación X (mediana edad y adultos) y los millennials. Es una etapa que el capitalismo nunca conoció: la de la convivencia de hasta cinco generaciones de empleados en una misma empresa.
De acuerdo con un reciente reporte del World Economic Forum (WEF), "la mayor parte de las conversaciones [sobre las políticas públicas y las estrategias corporativas frente al envejecimiento de la población] gira en torno a un 'problema que debe ser resuelto'. La conversación no puede girar en torno a cómo evitar una crisis; debe reorientarse a cómo tomar ventajas para los individuos, organizaciones y países".
El WEF armó un índice de 57 países para medir el grado de preparación de sus economías frente a la transición demográfica. Por lejos, el principal obstáculo que detectó el estudio fue el de los prejuicios de los formadores de empleo para tomar trabajadoras y trabajadores de más de 50. "Es un problema generalizado tanto en países de ingresos altos como en los de ingresos medios y medios-bajos. Se ve a los empleados adultos como menos eficientes, intratables, refractarios a la tecnología y al cambio -sostienen en el WEF-, cuando en realidad son la generación más comprometida con su empleo, que muestra más motivación y madurez emocional para tomar mejores decisiones".
Tampoco es cierto que los adultos sean una categoría con más riesgos de ser reemplazados por robots y tecnología (el riesgo está distribuido parejo en todas las edades, según indica un estudio de 2017 de Accenture). El Centro de Stanford para la Longevidad encontró que las personas de más de 60 años en las empresas tienden a estar más satisfechas con sus trabajos, "desarrollan un mayor sentido de la ética y la lealtad, contribuyen más a la cohesión del equipo y les importan menos sus avances personales".
Destino Clint Eastwood
Aunque con las políticas públicas y empresarias de cara a la transición demográfica se está haciendo camino al andar, ya hay experiencias en distintos lugares del planeta que apuntan a equilibrar al campo de juego intergeneracional. En China ya son miles las "universidades para adultos" que buscan seguir aprendiendo más allá de los 60 años; Alemania y los países nórdicos están implementando programas a escala masiva de reentrenamiento para adultos cuyas ocupaciones quedaron obsoletas.
"Días atrás, la oficina de regulación financiera del Reino Unido permitió que los fondos de pensión comiencen a invertir en startups, lo cual es una medida interesante de 'puente' entre distintos mundos", cuenta a LA NACION Fernando Vega Olmos, creativo, titular de PicNic y acuñador del término "perennials" para referirse a esta capa etaria. A propósito del vocablo: junto con el crecimiento del fenómeno senior estalló también la creatividad en neologismos, y se habla de "mayorescencia" o "silver economy" -economía plateada, por el color de las canas-, entre otros híbridos.
En Japón, el gobierno mandó funcionarios a estudiar el caso de Ohara, una empresa mediana familiar que fabrica postres y repostería y cuyos dueños se cansaron de lidiar con la altísima rotación de millennials. Pusieron avisos para pedir empleados "solo de 60 años para arriba". La firma tuvo desde entonces su mayor tasa de crecimiento, con trabajadores que, en promedio, tienen 70 años.
Claro que, como en toda visión de futuro, existe una tensión entre utopía y distopía y no todo es color de rosas. La semana pasada, Bloomberg publicó una columna firmada por el economista Noah Smith (una estrella en las redes sociales) titulada "Demasiados estadounidenses jamás podrán jubilarse". La hipótesis: la abrupta caída de la tasa de natalidad y la política restrictiva para la entrada de inmigrantes harán que no haya población suficiente para tareas de cuidados y ni pago de impuestos como para solventar retiros dignos.
Para Smith, aunque algunos ven la mayor tasa de empleados adultos como algo positivo (quieren seguir trabajando en lo que les gusta), otros (él incluido) lo analizan como una debilidad de la economía, con gente de más de 60 que sencillamente no puede darse el lujo de dejar de generar ingresos. Como Clint Eastwood en La mula, película aún en cartel, que a los 88 años debe volcarse a tareas ilícitas ante la bancarrota económica personal.
En la misma línea, otra historia igual de gris circuló en enero por varios medios: en Japón subieron 600% los robos cometidos por mayores de 60 años para ir a la cárcel. No es un fenómeno relevante a nivel de números (hay menos de 5000 personas de más de 60 años en las prisiones japonesas), pero la tasa de aumento se debió principalmente a ancianos que buscan escapar de la soledad y de la pobreza, y vivir en un contexto de interacción social y certidumbre con respecto a "poder comer todos los días y descansar", como aboga el aforismo de Ernesto Esteban Etchenique, el personaje de Fontanarrosa.
Las claves de un cambio
La expectativa de vida crece y los mayores están más activos
11,2%
Argentina
Es el porcentaje de la población total del país que tiene 65 años o más, según los datos publicados por el Banco Mundial; es un índice lejano al de Japón, que llega a 27% (y los mayores de 60 años superan allí el 33%)
8,7%
Dato global
Es la parte de los habitantes de todo el planeta que tienen 65 años o más; la población más envejecida está en Europa y la más joven (en promedio), en los países de África
Fuerza laboral
En Japón, el país más envejecido del mundo, se incorporó un número significativo de personas al mercado laboral: la mayoría de los nuevos trabajadores tienen más de 50 años y también hay una participación amplia de mujeres inmigrantes
Políticas específicas
El país asiático, que es el más envejecido del mundo, promueve cambios drásticos en determinadas políticas para facilitar el ingreso o la permanencia de los adultos mayores en puestos de empleo; organismos como la OIT aconsejan tomar ese tipo de iniciativas
Bono demográfico
La Argentina atraviesa actualmente la etapa previa a que su estructura poblacional empiece a modificarse en forma significativa, con un crecimiento progresivo de la proporción de personas mayores de 65 años sobre el total de habitantes
Fuente: La Nación